'Untitled'
"Once in a lifetime, twice in eternity. And guess what? Nothing else matters anyway."
Vuelvo cada verano y cada uno de ellos me da y me quita algo distinto. Es muy loco cómo habitar el mismo espacio entre un año y el siguiente se vive tan diferente. Yo no soy la misma, las personas no son las mismas, hay cosas que ya no encuentro cuando voy, ni tampoco busco.
Esta última temporada me enfrenté otra vez a la finitud de la existencia. Me choqué con la mirada de un amigo que luchaba por sostenerse, por continuar, por existir. Leí en sus ojos el cansancio, hasta como pidiendo perdón y permiso. No puedo explicar cómo lo supe. Son esos momentos en el que dos cuerpos se hablan sin palabras, dónde lees en el brillo de otro ser todo lo que siente su alma y vos entendés. Yo entendí que iba a ser su último verano. Un vecino, a los dos días de haber llegado a la casa de mi mamá, me comentó: Yo le dije antes de que llegaras “Aguantá, Rubio, que ya llega”. Él hablaba de mi perro y de mi.


Estas son la primera y la última foto que tengo de él. La última mirada que compartimos. Un amor incalculable que va a vivir en mi para siempre.
Y estas palabras que dejo a continuación, son las que escribí en Londres el 3 de Marzo de 2025.
Te mire y te agradecí. No sé si voy a volver a verte y tu mirada cansada me devolvió un mundo de emociones, de recuerdos, de vida. No recuerdo haber tenido un perro desde tan bebé como vos. Por vos dormí en el futón del living por un par de meses para poder darte la mamadera, porque tu mamá se había vuelto medio loca y había matado ya a dos de tus tres hermanos. Tu hermana se fue con la familia de Noe, pero esa es otra historia. ¿Vos sentiste que tu mamá no estaba, tus hermanos? ¿Sentiste que tu mamá no te quiso? ¿Sirvió mi amor, nuestro amor y nuestra familia para compensar que fuiste rechazado y arrancado de la tuya?
Nunca supe cómo siente un perro pero la vida la vi siempre en tus ojos. Te elegí porque eras un gordito hermoso, tenías orejitas redonditas y pikititas, bien de bebé. Tus patitas eran tan pequeñas y tu cuerpo tan rechoncho que casi parecía que te desplazabas en patines por la casa. La caja de zapatos en la que te armé la camita te quedaba como un penthouse y una vez te subí para que durmieras conmigo en el futón y me despertó tu llanto cuando dormida me di vueltas y te aplasté. ¡Eras tan bebé! Llorabas cada dos horas para que te de esas mamaderas. Por suerte mamá había comprado un microondas y calentarte esa cosas de leche para perritos bebé era un ratito. Después te volvías a dormir con toda la boca mugrosa. Mamá y papá no querían en ese momento tener otro perro, menos tan bebé como vos. Perdimos a muchísimos hermanos de cuatro patas, yo lo considero así porque crecí con ellos y me enseñaron mucho del amor y la incondicionalidad. Vos te hubieras llevado bien con algunos, pero con la mayoría seguro no, estás acostumbrado a ser hijo único y a vivir con los viejos.
Con el tiempo, cuando empezaste a crecer, me aseguré de que no rompas nada, porque sabía que si te mandabas alguna cagada, papá se iba a re calentar, como siempre. Después si no estás se pone triste, pero ay, cuando te mandas alguna, siempre se calienta y te putea. Dos viejos juntos vi cuando los visité; me reía por dentro. Dos viejos cascarrabias. Dos viejos envejeciendo a la par. Tus patitas hace años ya que están cansadas y este último tiempo te cuesta levantarte. El piso de la casa de mamá es tan resbaloso que tus uñas, las que te quise cortar y en otro momento te corté pero te crecen mucho, te hacen resbalar. Te vi luchar con todo y se me partió el corazón un millón de veces. Te miré todas las veces que pude a los ojos, te dije gracias, te amo, gracias por venir, hace lo que necesites, nos diste todo, te amo, gracias, gracias, gracias, te amo, gracias, te amo, gracias. Me cambiaste la vida y gracias, te amo.
No crecí con vos porque elegí irme, elegí vivir lejos, explorar el mundo y no te pude llevar conmigo. Primero porque mamá me dijo que no te podía llevar, que ya demasiado con que me iba a ir yo, que “no te vas a llevar al perro”. Segundo porque yo me iba a un lugar en el que vos no ibas a poder ser libre, feliz, estar acompañado todo el tiempo, vivir, ser vos, correr, acompañar a mamá, acompañar a papá, a Diego. Tenes patio, vecinos que te conocen y te aman, te dicen Rubio, Enano, Peludo. Elvis, te llamas así porque eras gordo y te gustaba tomar de tu mamadera y Elvis era un rockero que al final de sus días también estaba gordo y le gustaba tomar un montón. Vos sos más lindo, sos un rockstar y gracias, te amo, para siempre.
La puta madre, vos no entendes que ustedes, los animales, viven menos que nosotros y nosotros nos tenemos que quedar acá, habitando este mundo horrendo que ustedes hacen más no sólo tolerable, sino hermoso. Que bueno que no conociste el dolor del mundo, vivir en la calle como otros de tus hermanos, perderte, que te peguen. Espero que hayas sido feliz, que seas feliz, que lo último que veas sean los ojos de mamá. Se lo pedí explícitamente, ‘por favor no lo dejes solo'. No lo dejes en la veterinaria solo, por favor. Que te vea a vos, que se duerma viendote, abrazalo, decile que lo amas, decile que lo amas tanto como lo amo yo’. No crecí con vos, no viví con vos la mayoría de tu vida, sin embargo te amo más que a ningún otro perro. Hubo hermanos tuyos que se me murieron en los brazos, ese domingo de mi vida no me lo olvido más, pero no quiero que eso te pase a vos, no te va a pasar, vos vas a pasar con amor, abrazado, sin dolor, por favor. Se lo pedí por favor a mamá y confío en que ella, aunque le duela probablemente más que a mi, porque vivió con vos y por vos más de quince años ya, no me va a traicionar, no te va a dejar solo, lo sé.
No quiero que te vayas, pero te dije que hagas lo que necesites, que estaba bien, que lo diste todo, que es hasta donde vos quieras. Lloro y me río porque no me voy a olvidar de nada, voy a llevarte en mi piel y en mi alma, voy a hablar del mejor perro que me enseñó el amor ante todo y que acompañó a quienes amo, que no me olvidó y que me miró con el universo en las pupilas. Mi perro león. Mi perro que es de mi mamá. El que nunca rompió nada, el que es su sombra, el que no quiere a los malos vecinos, el enano que sabe hasta dónde hacerse el malo y cuando quedarse en el molde. El perro al que le decís ya vuelvo y te espera en el portón sin chistar, al que le decís vamos y te acompaña. El que no va a la veterinaria porque le tiene pánico y tiembla, al que no le gusta bañarse, ni peinarse y al que le gusta más que nada estar en su casa. El que no deja entrar al gato, el que bailaba con sus patitas para que le den de comer, el que come sobras y que ahora de grande si se pasa de mambo vomita, porque así es el estómago de los viejitos. El que da unos saltos olímpicos en escaloncitos de 5 centímetros y aterriza desparramado porque se le abren las patitas por sus uñas largas. El que me recuerda aunque yo vaya una vez por año desde que me fui. El primero que va a ser parte de esa tierra nueva que habitamos. Todos tus hermanos quedaron en otro jardín. Gracias, te amo, gracias por venir, hace lo que necesites, nos diste todo, te amo, gracias, gracias, gracias, te amo, gracias, te amo, gracias. me cambiaste la vida y gracias, te amo.